martes, 5 de abril de 2011

Raymond Queneau: de "Chêne et chien", II

Me acosté sobre un diván
y me puse a contar mi vida,
lo que creía que era mi vida.
Mi vida: ¿qué conocía yo de ella?
Y tu vida: ¿qué conoces tú de ella?
Y aquel de más allá, ¿es que la conoce,  él,
a su vida?
Hete aquí que todos se imaginan 
que en esta vasta combinación
todos ellos actúan como quieren
como si supieran lo que quieren
como si quisieran lo que quieren
como si quisieran lo que saben
como si supieran lo que saben.
En fin estoy entonces acostado
sobre un diván cerca de Passy.
Cuento todo lo que se me ocurre:
estoy en un psicoanálisis.
Naturalmente comienzo
por historias bien recientes
que creo muy importantes
por ejemplo que hace muy poco me enojé con mi amigo Untel
por razones confidenciales
pero lo más importante
es en suma que
soy incapaz de trabajar
en nuestra sociedad
soy un desadaptado inadaptado
neu-
rótico
un impotente
así que sobre un diván
heme aquí entonces contando cómo utilizo mi tiempo.

Cuento un sueño:
un hombre una mujer
se pasean cerca de un río,
un cocodrilo detrás
de ellos
los sigue como un perro.
Ese cocodrilo soy yo
dócil como un perro
porque algún extraño mago
me ha reducido a tal extrema sombra,
algún extraño malhechor,
un tirador de suertes, alguien que condena,
un sembrador de anatemas.

¿Yo? ¿dócil? pero ¿y después? ¿no fue que me rebelé?
¿Yo? ¿dócil? ¿un rebelde?
Creí rebelarme y me castigué.
El cocodrilo es mi niñez
desnuda
mi padre cuando agonizaba colmado de enfermedades
y mi amor
que debe ser castigado
mi amor y mi inocencia
mi amor y mi patria
mi amor es mi padecer
mi amor es mi paraíso
el verde paraíso de los amores.
¿Por qué este retorno a la niñez
por qué sí este retorno, siempre?
¿y por qué esta persistencia
por qué esta perseverancia
y por qué esta pestilencia?
Una gran M recubría a mi yo [1],
porque impotente yo me mofaba
al recuperarme de mi padecer.

[1] "Un grand M mon moi revêtait", en el original.

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