viernes, 15 de abril de 2011

Raymond Queneau: de "Chêne et chien", II [segunda sección]

Hay tantos sueños que uno no sabe cuál elegir,
mis sueños se prolongan por años
mis sueños se multiplicaron
gracias a los cuentos que decir y las cosas que oír.

'Te doy el niño de una noche' oleosa,
el ala es fosforescente y la sombra, iluminada
por tales reflejos de verdades,
quebrados carbones que brillan, refleja en cada grano
la mariposa real y que regresa al otro día.

Las boyas sobre el mar señalan las redes,
en la barca nos esforzamos y nos afanamos,
las algas cuelgan de los ganchos,
el pez muere al viento, luego se dora sobre la llama.

¿Y entonces qué has pescado ahora que el invierno se aproxima?
Algunos espacios están deshuesados
y algunas llanuras desbrozadas
y más de una tortuga se muere en su caparazón.
Tus sueños están menos secos que la cola de un arenque
y las explicaciones ciertas.
La poesía ha muerto, el misterio jadea,
digo.
Hay que volverse hacia atrás,
donde quiera que vayas tu nariz choca contra algo.
Acabas de superar el destete
y crees ver la noche la otra realidad:
son apenas los padres en los tiempos de tu infancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario